(Preparad las pupilas, que este post me ha quedado algo largo.)
Aprovecho el comentario sobre el libro de Javier Marías que hice en un post reciente para citar unas frases sacadas de la página 239 de la edición de Alfaguara.
La gente nunca para, en gran medida, porque tiene móvil y ordenador, y esa es la razón por la que yo carezco de lo uno y de lo otro. No estoy dispuesto a que cualquier majadero me interrumpa mis actividades, mis pensamientos o mis musarañas, esté donde esté. No deseo “estar conectado”, ni enterarme de todo enseguida. Nada me resultaría más atroz que estar localizable siempre, o que recibir más llamadas y cartas y publicidad y tonterías de las que ya me llegan a través del teléfono fijo, el fax y el correo ordinario.
Vale, la actitud de Marías de no tener móvil u ordenador puede que sea llevar demasiado al extremo su postura, pero viendo la cantidad de gente que puebla justamente el extremo opuesto (los fanáticos de la tecnología, los enganchados a internet…), tampoco me parece mal que el novelista se posicione allí, y casi entiendo las razones que expone en su artículo, ya que yo mismo me he descubierto teniendo arranques temporales de parecida naturaleza.
Por un lado, uso el móvil básicamente para saber cuándo tengo que pasarme a recoger películas para subtitular, o para quedar y que me den invitaciones para el cine, discos o cómics que criticar… además de para estar comunicado con Ella, claro. Hace poco cambié de teléfono y alguien me comentó que un buen móvil debía tener tres cosas ultramegaimportantes que no recuerdo muy bien, pero que básicamente se relacionaban con navegar por internet con facilidad y cosas así. Qué queréis que os diga, yo soy más de esos trogloditas que usan la muletilla cutre aquella de sólo lo uso para llamar y enviar sms. (Ya tengo internet en casa, gracias, con una pantalla, un ratón y un teclado enormes que se manejan con mucha más comodidad).
Llamadme anticuado, pero mi concepción de internet lo limita a consultarlo cuando llego a casa. Mientras ando por ahí llevo complementos de otro tipo, tales como un buen libro para ir leyendo en el metro o un reproductor de mp3 para ir oyendo dos o tres canciones por la calle. Qué narices, y a veces incluso me dedico en silencio a ordenar mis pensamientos –mi trabajo me cuesta– y a darle vueltas a cosas que me preocupan. Supongo que si además usara internet en esos contextos acabaría perdiendo el tiempo miserablemente, que es básicamente también lo que hago con internet en casa. Hablar de lo (nada) que uso los lectores de feeds, Google Maps y recursos similares supongo que no vale la pena.
No entiendo a la gente que se va con el ordenador portátil a la playa. ¡Pero si a mí ya me cuesta horrores llevarme un libro con una edición medio decente! ¿De verdad es tan urgente lo que tienes que hacer en el portátil que te arriesgas a que se te estropee por la arena o el agua, o a que te lo roben? Además, una vez me bajé la Nintendo DS a la playa y apenas se veía la pantalla. ¿Es que sólo estoy mal de la vista yo?
Un párrafo más, esta vez para Twitter. Este servicio me engancha dos o tres días seguidos, para luego provocarme un rechazo por saturación que sólo puedo solventar desconectándome de ese ambiente durante unos días (bien es cierto que hay temporadas donde la cantidad de trabajo que tengo ya logra apartarme de él sin mucho esfuerzo). Desde la barrera presencio cómo hay gente que habla compulsivamente de todo lo que está haciendo, de lo que quiere hacer, de lo que piensa, de lo que caga… A todas horas y desde cualquier lugar.
Resumiendo, en mi caso personal yo abogo por la contención y por alguna que otra descontaminación ocasional, acercándome a la postura de Javier Marías que mencionaba al principio. Necesito desconectar y vivir durante el suficiente tiempo en la vida de carne y hueso, más allá de la virtual. Necesito tocar un cómic para poder disfturarlo como está mandado, necesito tener algo parecido a un soporte físico para gozar con un álbum de música, necesito mirar a la gente que pasa a mi alrededor para fijarme en ellos y reírme de sus pintas…
No sé si me he explicado bien, pero quería dejar constancia de mi postura ante tanta dependencia de ciertos tipos de tecnología. En mi opinión hay demasiada gente que se ha acostumbrado en exceso al ruido que emite internet, y hay personas muy enganchadas al mismo, no concibiendo sus días sin él. De momento me resisto a ese embrujo.
b.s.o. KRAFTWERK “Computer love”